Influido por su entorno cultural, geográfico y social, el pan es un alimento ampliamente consumido que, dependiendo de cada persona, puede ocupar posiciones tan extremas como simbolizar el bienestar o ser algo prohibido en la dieta.
Los científicos han identificado tres esquemas de decisión que influyen en estas posiciones: el propio proceso de alimentación, el mecanismo del miedo y el esquema de recompensa.
El proceso de alimentación, el primero de los 3 esquemas arriba identificados, aglutina a su vez 3 fases:
Este proceso requiere de elecciones racionales, pero también, y, sobre todo, de referencias emocionales, huellas reales que influyen en la percepción de un alimento como el pan y que provienen de la educación, las costumbres familiares y, también, los medios de comunicación.
Tradiciones, convicciones personales, hábitos alimenticios, modas, etc. Incluso si son falsos (como por ejemplo “la miga engorda más que la corteza”), los juicios realizados sobre el pan tienen también su impacto en la opinión popular y su influencia a largo plazo.
Adquirido a través de experiencias o por influencias externas, el miedo, aunque es una fuente de precaución y aprendizaje para evitar peligros, puede volverse rápidamente irracional y por lo tanto negativo.
La comprensión del “circuito del miedo”, el segundo mecanismo de toma de decisiones, permite entender mejor la percepción que tiene el consumidor de la comida y más en particular del pan. Algunas particularidades inherentes al pan influyen considerablemente en este miedo:
El pan, un producto ancestral sin riesgo para la salud y muy valioso desde un punto de vista nutricional, no merece entrar en el “circuito del miedo” y debe ser reconsiderado con más racionalidad.
El circuito de la recompensa, el tercer y último requisito, juega un papel crucial en la elección.
Este circuito está muy relacionado con las necesidades primarias. Se divide en 3 fases: deseo, acción y placer (tenemos hambre, comemos y nos sentimos mejor). El circuito de la recompensa provoca que asociemos ciertas situaciones a una sensación de bienestar lo cual deriva en conductas aprendidas (hábitos) que nos ayudan a sobrevivir.
Por definición, un alimento básico en la pirámide, el pan puede formar parte de ese circuito de recompensa.
El proceso de alimentación, el mecanismo del miedo y el esquema de recompensa son comportamientos inmutables. Sin embargo, comprender todo aquello que influye en las elecciones de los consumidores debe ser primordial para los que trabajamos en el mundo del pan.
Las motivaciones de los consumidores, sean tanto conscientes como inconscientes, se estudian cada vez más seriamente en el campo de la neurociencia. Identificar los factores que influyen el comportamiento, en relación con el consumo de pan en particular, puede permitir a los profesionales de la panadería mejorar su proceso de desarrollo de productos o la forma en que comunican sobre sus panes.
Análisis sensorial, estudios de mercado, análisis de tendencias, experiencias internacionales, etc. son herramientas que Lesaffre pone a disposición de sus clientes para alinear sus productos a las necesidades de los consumidores. No lo dudes más, ponte en contacto con nosotros.
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